I Coloquio Ibérico de Paisaje – El estudio y la construcción del Paisaje como problema metodológico

16 e 17 de Março de 2017, Lisboa, Fundação Calouste Gulbenkian.

Este primer coloquio ibérico sobre paisaje ha tenido como objetivo un acercamiento de posturas entre profesionales del urbanismo, el paisaje y el territorio de España y Portugal. Desde TALP se ha participado con una ponencia en relación a los temas abordados en el congreso, donde se han planteado nuevas formas de aproximarse al estudio del paisaje en el contexto actual y abriendo debate sobre cuestiones tales como ¿Qué se entiende por paisaje hoy en día? ¿Qué metodologías son las más adecuadas para “hacer paisaje” en el contexto actual? ¿Dónde se encuentra el equilibrio entre la explotación del paisaje y su protección?

Entre las numerosas ponencias del congreso destacamos las de las Arquitectas, Lucila Urda y Ester Higueras, que centran la mirada en nuevas formas de hacer paisaje para un nuevo tiempo donde el urbanismo y la ciudad adquieren valores subjetivos y la implicación de la población tienen un papel cada vez más relevante.

Lucila Urda nos habla del arte efímero como una herramienta para la regeneración del paisaje urbano, entendiendo este como un arte que cuenta con la dimensión temporal como parte de su razón de ser, que además es económicamente viable y puede producirse de forma espontánea, con la capacidad por tanto, de implicar a los ciudadanos en su realización o ser llevado a cabo a iniciativa de estos. Es una forma de arte que transforma la ciudad de manera temporal pero que puede dejar unas secuelas positivas en la población de forma más permanente, fomentando el sentimiento de comunidad y dinamizando el tejido económico del área donde se produce al visibilizar a través de la cultura el barrio promoviendo un mayor turismo.

Las obras pueden poner en valor espacios degradados, transformándolos en lugares culturales donde exista una interacción social que dé pie a que los vecinos se apropien de los solares vacíos gestionándolos ellos mismos, haciendo así que los propios ciudadanos tomen consciencia y responsabilidad en primera persona del espacio público, como ocurre en Madrid con el Campo de Cebada. También se puede hacer comunidad con la implicación de los vecinos en la ejecución del arte efímero como sucede con Boa Mistura, donde en comunidades marginadas de zonas conflictivas se unen para llevar a cabo la obra siempre con un mensaje de unidad que ensalce los valores de la gente que la realiza, siendo estos los auténticos protagonistas y el proceso de la obra el auténtico fin de la misma.

La conferencia no obstante acaba con una serie de preguntas que abren el debate sobre el papel del arte y la cultura en la regeneración de la ciudad, desvelando así la parte crítica en la que la contracultura y el arte urbano efímero puedan acabar como meros productos de consumo absorbidos por la sociedad capitalista, por tanto ¿Supone siempre la transformación urbana a partir del arte una mejora real para los vecinos? ¿Qué aporta la intervención artística en la ciudad? ¿Cuáles son los objetivos del arte?

Campo de Cebada en Madrid

Boa Mistura: Proyecto Luz Nas Vielas en Sao Paulo

Por otra parte Ester Higueras, hace hincapié en los nuevos campos de acción que se abren tras el Convenio Europeo de Paisaje de 2004, donde se amplía la concepción de paisaje a los lugares cotidianos que también conforman la identidad de los pueblos, dando también una mayor relevancia al elemento social en el paisaje, las tradiciones y la manera especial de ser, de vivir y comportarse en un determinado hábitat, reconociendo que el hombre puede haber modificado su entorno para mal, pero también para bien.

En este sentido, el paisaje cultural se ciñe a este nuevo marco multidimensional como un paisaje donde factores de índole medioambiental, social, económico y por supuesto cultural intervienen a la hora de “hacer paisaje” buscando entre ellos un equilibrio sostenible.

¿Pero cómo se encuentra ese equilibrio? ¿Cómo se gestiona el paisaje cultural?

La doctora Higueras propone como ejemplo el caso de Aranjuez, un paisaje cultural reconocido como patrimonio mundial por la UNESCO en 2001. Un lugar con un origen antrópico, resultado de grandes intervenciones humanas, donde se superponen diversos elementos que en su conjunto manifiestan una estrecha relación entre hombre y naturaleza: ciudad, huerta, arquitectura, agua, jardín, componen la suma que da como resultado una paisaje íntegro, armónico y unitario que ha devenido en un testimonio histórico del intercambio y confluencia de valores y corrientes culturales, constituyendo un referente en la conformación de posteriores paisajes culturales.

Para conseguir que este paisaje pueda ser disfrutado y seguir gozando de una actividad y dinamismo compatible con su preservación, se establece un plan de gestión, que debe asumir la capacidad de carga turística del mismo y limitarla para que el paisaje y su infraestructura no se deteriore, también una diversificación de las actividades de ocio propuestas, así como de los usos incluidos en el mismo, detectando los valores del lugar con la mirada puesta en la rentabilidad para los habitantes locales, generando empleo y riqueza para estos, incluyendo formación específica para estos usos, haciendo así, que los lugareños puedan hacer también suyos los valores del entorno.

El paisaje cultural es una oportunidad para establecer unas acciones prioritarias ligadas al territorio que constituyan un equilibrio entre el cuidado del paisaje y nuevos usos con una involucración de los locales en el mismo.

Aquí podéis enlazar con la web del congreso

Juan Frontera Peña